Piratas Somalies... dura realidad

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lunes, 1 de agosto de 2011

Introducción

Se puede decir que la historia de la piratería transcurre paralela a la historia de la navegación. Allá donde hubo barcos cargados de mercancías surgieron piratas dispuestos a tomarlas por la fuerza. Se conocen incursiones de naves piratas desde los tiempos de la antigua Grecia. Incluso la Roma republicana sufrió el pillaje de estos ladrones del mar.

Desde entonces han abordado embarcaciones y todavía hoy asolan los mares cerca de Borneo y Sumatra. Sin embargo, las mejores páginas de su larga historia se escribieron en los siglos XVI y XVII, La Edad de Oro de la piratería.

El capítulo más característico de la historia de la piratería corresponde al desarrollado en el Caribe en ese periodo, episodio estrechamente relacionado con la historia de la presencia española en América.

El origen de la piratería en el Caribe hay que buscarlo en una famosa bula del Papa Alejandro VI, el año 1493, por la que se concedía a España y Portugal el derecho de posesión de las tierras que se iban descubriendo, tras la llegada de Colón al Nuevo Mundo. Las posesiones españolas se situaban tras una línea trazada, 100 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde; los territorios situados al este de la citada línea serían de dominio portugués. Francisco I de Francia protestó airadamente contra la partición hecha por la Santa Sede: "Quisiera ver -le contestó al Papa- el testamento de Adán, por el que se me excluye a mí de esa parte del mundo". Inglaterra, todavía sin Marina, no podía intervenir en el litigio, pero años más tarde diría Drake: "Ninguna paz al otro lado de la línea".

Francia e Inglaterra quedaban, pues, al margen de las riquezas de América; y España, con una política equivocada, agravó más la situación cerrando el comercio del Nuevo Mundo a los extranjeros. Todo barco extranjero navegando por aquellas aguas sería considerado a partir de entonces pirata.

La primera nación en reaccionar fue Francia. Como Francisco I carecía de Marina, estimuló a los armadores particulares y hacia 1537 el Caribe estaba infestado de piratas franceses.

Posteriormente, Inglaterra comenzó también a fijar su atención en América y, soñando en el botín, aparecen los primeros piratas ingleses en el Caribe, bajo la protección de la reina Elizabeth. La mayoría eran nobles, y si no lo eran, la reina les daba entrada en la nobleza.

En cierta ocasión, el embajador de España pidió a la reina de Inglaterra la ejecución de Drake, por pirata, después de que éste asaltara diversas plazas. En respuesta la reina Elizabeth esperó en el Támesis al marino... para armarle allí mismo caballero.

Fuente: Ester Boldú.

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